she had only one more dance

lunes, 26 de diciembre de 2011

Mucho tiempo que no escribo, a veces me cuesta pensar que esta es la última manera de terapia que tengo, si no puedo hacer esto, no me curo más. 
El tema fue que la última vez que estuve en rehabilitación, en New Jersey, me obligaban a hacer terapia, con un psicólogo, psiquiatra y todos esos médicos que a fin de cuentas nunca logran nada, el último día, ya todo el pabellón sabía que me iba a ir esa madrugada. Ese día, en terapia me dijeron que la desición era mía. Era un centro a puertas abiertas, aunque los de asistencia social se habían empeñado en que me encerraran. Igualmente, haciendo todo el despilfarre de dinero que hicieron, el centro era a puertas abiertas. 
Cuestión, el terapeuta me dijo que si no me servía el centro, y no hacía nada para liberar mis odios profundos iba a estallar de dolor interno, y nadie me iba a sacar de ese agujero negro que iba a sentir en todas partes. Que lo único que iba a poder dar era odio, igual así aunque reciba flores. Él me dijo que probara, para ver si servía, escribir todo mi pasado, en un breve cuento, porque sino nunca iba a salir de ese terrible pasado, y éste me iba a invadir. 
Bueno, me voy a animar a contar que fue lo que paso en Jersey para terminar en un centro de rehabilitación, que no es lo más normal del mundo. Ah, igual, antes tendría que contarles que paso desde mi feliz infancia hasta mi podrida pre-adolescencia y adolescencia. Cuando tenía 12 años, mi papá desapareció de mi casa. Nueva York estaba en medio de una terrible epidemia de gripes terribles, y en aquel tiempo, el único remedio que existía era el de la tos. Mi papá desapareció, y las mujeres que limpiaban mi casa me cuidaron unas dos semanas hasta que el servicio social se encargó de mi, y se ocupó de todos mis bienes. 
No quería vivir con otras familias, yo podía cuidar de mi misma, siempre fui muy independiente. No necesité de nadie, y ahora me venían a llevar con gente que no conocía. Los equivocados fueron ellos, porque las cosas que viví con cada familia desembocaron en la única felicidad de una mendiga: LA DROGA.

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